viernes, 27 de enero de 2012

La guerra contra las drogas cumplió 100 años.

Seis toneladas de drogas incautadas el Colombia el 2011, en un país donde Estados Unidos gastó 7 mil millones de dólares en el Plan Colombia desde el 2000. Foto archivo.

El 23 de enero se cumplieron cien años de la firma del primer tratado internacional contra las drogas y aunque hoy se da por hecho que más de 160 gobiernos cooperan en la lucha contra el tráfico de heroína y cocaína, no ocurría lo mismo en 1912.

Hace cien años, las drogas pasaban con facilidad de un país a otro sin que las autoridades interpusieran grandes obstáculos. Todo empezó a cambiar con la Convención Internacional del Opio, por la que los países firmantes se comprometieron a detener el comercio de opio, morfina y cocaína.

Entonces, como ahora, Estados Unidos representaba la avanzada de la ofensiva contra los narcóticos. Mientras, Reino Unido, la potencia hegemónica durante el siglo XIX, firmó con poco entusiasmo aquel tratado, según Mike Jay, autor de "Emperadores de Sueños: Drogas en el Siglo XIX".

Hace un siglo la inquietud principal era el alcohol, explica. "Había un gran debate sobre la intoxicación ya que preocupaba la costumbre de consumir ingentes cantidades de alcohol, muy extendida en el siglo XIX".

La ambigüedad respecto al opio era comprensible. Reino Unido había librado dos guerras a favor del comercio de opio en el siglo XIX, en las que consiguió que China no restringiera su importación. Y el consumo de opio era visto a mediados del siglo XIX de manera muy diferente a la actual. Era posible entrar en una farmacia y comprar no solo opio y cocaína, sino incluso arsénico.

En febrero de 1785, el periódico The Times informó de la descarga en Londres de opio procedente de Esmirna (Turquía), junto con petróleo de Livorno (Italia), y guisantes de Gdansk (actual Polonia).

En el siglo XIX, el opio era consumido a menudo por sus propiedades anestésicas. Los cortesanos de la Reina Victoria podían conseguir opio en la botica real. Se cree que la reina tomó goma de mascar de cocaína con el joven Winston Churchill, y también que el primer ministro William Gladstone (que gobernó en varias ocasiones entre 1868 y 1894) tomaba opio en el té o café antes de pronunciar discursos importantes.

El opio, procedente de China era fumado en Reino Unido como droga de ocio. Se generó un mito en torno al mundo de los antros de opio, donde la aristocracia podía encontrar vicio en abundancia.

"Había antros de opio en los que uno podía comprar el olvido, antros de horror en los que el recuerdo de viejos pecados podía ser destruido por la locura de pecados que eran nuevos", escribió Oscar Wilde en "El retrato de Dorian Gray".

Pero con el tiempo la moda cambió y los consumidores comenzaron a preferir la estimulación de la cocaína a la sedación del opio. Sherlock Holmes, creado entonces por Arthur Conan Doyle, tenía el hábito de inyectarse cocaína.

Marek Kohn, autor de "Chicas de la droga: el nacimiento de la cultura clandestina de las drogas en Reino Unido", cree que el detective Holmes refleja la idea de que la cocaína era para gente "cerebral y muy nerviosa" que necesitaba estimulación constante. Tomar cocaína era un "defecto personal" pero no una señal de la perversión con la que se asociaría más tarde a las drogas.

Pero en Estados Unidos la cocaína era asociada con bandas callejeras y la propaganda racista decía que la droga volvía locos a los negros y ponía en peligro a las mujeres. Así que esas preocupaciones domésticas impulsaron el acuerdo internacional de 1912. Pero en países como Reino Unido las autoridades actuaron contra el comercio y no contra los consumidores. Cuando estalló la I Guerra Mundial, el opio y la cocaína eran aún legales en Reino Unido.

El punto de inflexión en Reino Unido se produjo un año después del comienzo del conflicto, según Kohn. Se temía que la cultura del alcohol dañaría el esfuerzo bélico y como consecuencia se endureció la legislación de venta de alcohol.

La consecuencia indeseada fue la aparición por primera vez de un submundo de consumo de drogas, explica Kohn. Un reducido grupo de comerciantes del distrito teatral de Londres quedó fuera de la ley y surgió un ambiente en el que se solapaban opio, cocaína y prostitución. En un momento en que Londres era lugar de paso para tantos soldados, no debe sorprender que las leyes de emergencia prohibieran el consumo de las drogas.

En los años de la inmediata posguerra, la inquietud aumentó, atizada por unos medios de comunicación ávidos de escándalos. Algunos de ellos pueden resultar familiares a los consumidores de noticias actuales: jóvenes actrices que mueren de sobredosis en fiestas clandestinas y que son relacionadas con individuos de dudosa reputación.

Un par de casos sonados de este tipo fortaleció la idea de que la cocaína era una seria amenaza para las mujeres jóvenes e inocentes. Pero tan pronto como el pánico alcanzaba su punto máximo, se disipaba. En realidad, en aquellos años no había una "cultura de las drogas" en Reino Unido y el problema era fácilmente controlado por la policía, explica Jay.

"En la Gran Bretaña victoriana abundaba el opio pero no se fumaba en un tugurio, sino que se compraba en una farmacia como un líquido viscoso. Los antros de opio eran por lo general construcciones ficticias propias de las historias de Sherlock Holmes y las novelas de Oscar Wilde", apunta Jay.

Hoy, con la eficacia de las medidas antidrogas en continuo cuestionamiento, parece curioso que el tratado de 1912 fuera eficaz. A nivel interno, la policía británica dominaba la situación. El gran cambio de actitud respecto a las drogas se produce en Occidente después de la II Guerra Mundial, continúa Jay.

"Los baby boomers (nacidos tras la guerra) fueron la primera generación de la historia que realmente se convirtieron en consumidores globales. De repente, muchos de ellos se iban a Marruecos a fumar hachís, o hacían autostop con camioneros que se drogaban con anfetaminas".

De ese modo, se abrieron las compuertas. Mientras que hubo un tiempo en que las autoridades luchaban contra grupos de delincuentes relativamente pequeños, ahora combaten contra consumidores y poderosos carteles internacionales.

A la Convención Internacional de La Haya contra el Opio (1912). Le siguió la Convención Única sobre Estupefacientes (1961) y finalmente la Convención de Naciones Unidas contra el Tráfico de Drogas Narcóticas y Sustancias Psicotrópicas (1988), la misma que sufrió cambios significativos en 1998 y el 2008. En resumen se puede decir que por los resultados de la ‘guerra contra las drogas que cumplió su primer siglo, fue un fracaso, salvo opinión en contrario. (Con información BBC Mundo).

Por una democracia sin fin

Por Antonio Martins


PORTO ALEGRE, 26 ene (IPS) - Por cinco siglos, Europa procuró enseñarle al mundo su forma de enfrentar crisis y vencerlas. Hizo eso con ideas y guerras, con misioneros y genocidios. Pero olvidó que tiene apenas parte del conocimiento. Ahora está al borde del abismo, alertó el sociólogo portugués Boaventura Sousa Santos.

El experto habló ante cerca de 300 personas en el marco del Foro Social Temático (FST), que se desarrolla entre el martes 24 y este domingo 29 en la sureña ciudad brasileña de Porto Alegre y municipios de su zona metropolitana.

El FST es un desdoblamiento del Foro Social Mundial (FSM), que nació en esta misma ciudad en 2001.

El FST, que este año se centra en el tema específico: "Crisis capitalista, justicia social y ambiental, congrega a unas 10.000 personas.

El encuentro temático también apuesta a un futuro de democracia radical, relaciones sociales basadas en el respeto de los derechos humanos y el fin de las jerarquías internacionales que dividen el planeta entre "centro" y "periferia".

Otra ciudad brasileña, Río de Janeiro, será sede en junio de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable Río+20. Por eso, la crisis ambiental es un tema clave en Porto Alegre. Sousa Santos dijo discrepar con el abordaje que tradicionalmente se le da a ese tema.

"Un primer problema es la disputa por la definición de la naturaleza de la crisis", dijo. "Verla como un simple cambio del clima es muy reduccionista. La crisis es económica, financiera, energética, ambiental, de civilización", afirmó.

Así, el sociólogo llegó al punto central de su análisis. "Como dijo (el intelectual alemán Karl) Marx, las micro irracionalidades del capitalismo conducen a una macro irracionalidad de la vida".

En su charla de 50 minutos el miércoles 25, este profesor de las universidades de Coimbra (Portugal) y Madison (Estados Unidos) intentó desentrañar las amenazas en la que se manifiesta esa macroirracionalidad capitalista. Cuatro de ellas están directamente relacionadas con la crisis de la democracia.

Estas son, la desorganización del Estado, substituyendo los antiguos servicios públicos por la oferta de crédito a las masas, lo que resultó en la crisis financiera actual; y la desconstrucción de la democracia, ya que el capitalismo no necesita más de ella y promueve soluciones como las "democraduras" tecnocráticas de Italia y Grecia.

Además, la criminalización de la disidencia, presente en América del Sur en procesos como el desalojo de poblaciones pobres (Brasil) o en la resistencia indígenas (Chile).

Y, por último, los preconceptos heredados del colonialismo: "Al contrario de lo que podríamos esperar, el racismo está de nuevo y con fuerza. No hay señales de que el sexismo haya terminado, ni de que las diferencias sexuales sean respetadas. Estas manifestaciones son resquicios de la dominación colonial, que ahora derivó en prejuicios".

Para Sousa Santos, el achicamiento del Estado y el ataque a la democracia están relacionados con tres movimientos del capital para apropiarse de la riqueza producida colectivamente: la devastación acelerada de la naturaleza, la desvalorización del trabajo y la comercialización del conocimiento.

El experto ve nuevos desafíos para los movimientos que se articulan en torno al FSM en esta nueva fase: democratizar, descolonizar y desmercantilizar.

"Democratizar exige radicalidad", dijo, y explicó: "Defino el socialismo como sinónimo de democracia sin fin, en todos los espacios. No solo en las instituciones, sino en el trabajo, en la casa, en la cama. Los partidos deben entender que no tienen el monopolio de la representación política. Ni los movimientos lo tienen".

"Estamos avanzando hacia un tiempo de presencias, presencias colectivas en la calle, ocupando espacios que el capital reivindica, no ligados necesariamente a un movimiento instituido", añadió.

"En la tarea de desmercantilizar la vida, las ciudades tienen un papel enorme. Es necesario retirar de la esfera del comercio mercantil dimensiones como la cultura, la movilidad urbana, las vivencias, la sociabilidad. Los resultados son inmediatos", sostuvo.

"Por ejemplo, la cultura, que está siendo banalizada, resurge inmediatamente como espacio de resistencia, cuando es tratada como un derecho y una inspiración humana", agregó.

Al abordar el tema de la descolonización, Sousa Santos, quien apoya a la presidenta de Brasil Dilma Rousseff y al gobernador del estado de Rio Grande do Sul, Tarso Genro, hizo algunas críticas.

"Brasil, que ha creado tantos buenos paradigmas, no puede estar del lado del neoliberalismo ni enorgullecerse del ‘nuevo’ Código Forestal, o de abreviar los procesos de licenciamiento ambiental para acelerar algunas grandes obras", sostuvo.

Al final, el sociólogo confesó: "Soy un optimista trágico. Creo en los cambios del mundo, pero sé que costarán un enorme esfuerzo, movilización y a veces dolores".

Además, hizo previsiones para el futuro cercano. "Esta década va a exigir líderes más iluminados, más imaginativos, y movimientos sociales más aguerridos. La lucha contra el fascismo social se hace en las instituciones, pero también en la defensa en las calles de una democracia sin fin".(FIN/2012)

Tomado de:
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=100033

Élite de Davos: “Los amos de la humanidad”

Susan George
El Pais

La clase de Davos, pese a los agradables modales y la bien entallada ropa de sus miembros, es depredadora.

En mi trabajo, observo que una de las cosas más difíciles de hacer entender al público -el mío suele componerse de personas generosas e inquietas- es que andan por ahí una serie de individuos resueltos, poderosos y educados pero de veras peligrosos; que comparten intereses de clase, sacan un extraordinario provecho del statu quo, se conocen unos a otros, se mantienen unidos -y quieren que básicamente no cambie nada.

De todos modos, me gustaría dejar claro que no estoy poniendo en entredicho la ética individual de nadie -seguro que hay un montón de banqueros bondadosos, empresarios magnánimos y ejecutivos socialmente responsables-; sólo estoy diciendo que, como clase que son, hay que contar con que se comportarán de determinada forma aunque sólo sea porque están al servicio de un sistema muy concreto. Un hombre de gran perspicacia lo expresó mejor de lo que yo pueda hacerlo. En su principal obra escribió:

"Todo para nosotros y nada para los demás parece haber sido la ruin máxima de los amos de la humanidad en las diversas épocas de la historia".

Se trataba de Adam Smith en La riqueza de las naciones, escrito en 1776 y considerado universalmente el primer estudio exhaustivo sobre la naturaleza y la práctica del capitalismo. Esta obra maestra también ha sido utilizada para justificar toda suerte de perjuicios y diversos usos y costumbres que Smith condenaba, especialmente en su otra obra famosa, La teoría de los sentimientos morales. Tras anunciar la "ruin máxima de los amos de la humanidad", pasa a explicar cómo los grandes propietarios de su época preferían tener un par de hebillas de zapatos con diamantes o "algo igual de frívolo e inútil" a proporcionar el "mantenimiento o, lo que es lo mismo, el precio del mantenimiento de mil hombres al año". Plus ça change...

Los amos de la humanidad siguen con nosotros y, para los fines que aquí me propongo, los llamaré la clase de Davos porque, como las personas que se reúnen cada enero en la estación de invierno de Suiza, son nómadas, poderosos e intercambiables. Algunos tienen poder económico y casi siempre una considerable fortuna personal. Otros poseen poder administrativo y político, ejercido sobre todo en nombre de los primeros, que les recompensan debidamente. Sin duda existen contradicciones entre sus miembros -los ejecutivos de una empresa industrial no siempre tienen exactamente los mismos intereses que sus banqueros-, pero en general, cuando se trata de decisiones sociales, están de acuerdo.

(...) La clase de Davos es siempre sumamente pequeña en comparación con la sociedad, y sus miembros lógicamente tienen dinero, unas veces heredado, otras ganado con su esfuerzo, pero lo más importante es que cuentan con sus propias instituciones sociales -clubes, las mejores escuelas para sus hijos, barrios, consejos de administración, obras benéficas, destinos de vacaciones, organizaciones de admisión reservada, acontecimientos sociales exclusivos y de moda, etcétera-, las cuales ayudan a reforzar la cohesión social y el poder colectivo. Dirigen nuestras principales instituciones, incluidos los medios de comunicación, saben exactamente lo que quieren y están mucho más unidos y mejor organizados que nosotros. Sin embargo, esta clase dominante presenta también puntos débiles, uno de los cuales es que tiene una ideología, pero prácticamente carece de ideas y de imaginación.

En este libro expongo el hecho de que ellos dirigen la cárcel en la que estamos. Aún quieren "todo para ellos y nada para los demás", pero desde la época de Adam Smith "los demás", mediante su propia lucha, han aprendido a leer, escribir y pensar de forma crítica; están mejor informados, poco a poco han ido consiguiendo un cierto grado de poder para sí mismos, con lo cual tienen mucha más experiencia política que la gente del siglo XVIII. Por tanto, hay que mantenerlos bajo una supervisión más inteligente y estratégica.

La clase de Davos, pese a los agradables modales y la bien entallada ropa de sus miembros, es depredadora. No cabe esperar que actúen de manera lógica, pues no están pensando en intereses a largo plazo, por lo general ni siquiera los suyos, sino en comer ahora mismo. También están muy versados en gestión carcelaria y encargan a los vigilantes mejor preparados y más listos el control de nuestros movimientos.

(...) El hombre de Davos (y también desde luego la mujer) presenta características específicas en cada país, pero actualmente es también una especie internacional cuyas ideas, si se les puede llamar así, son prácticamente las mismas en todas partes. Dado que sigue forzosamente las reglas capitalistas, mantiene la economía en un estado crónico de sobreproducción y no necesita la mayor parte de la mano de obra del mundo. La democracia se interpone en su camino, y si le hace falta arrastrarnos a las miserias del siglo XIX y tiene la libertad para hacerlo, pues eso hará. Si en el proceso destruye la sociedad y el planeta, lástima. Habrá más suerte la próxima vez, quizá en un planeta distinto -aunque él ya no andará por ahí como individuo-. Confíen en la palabra de Adam Smith si no confían en la mía: esta clase busca de veras "todo para sí misma y nada para los demás".

Igual que el cambio ideológico y el ascenso del hombre de Davos, la fase actual del capitalismo global data aproximadamente de principios a mediados de la década de 1970, y en general recibe el nombre de "neoliberalismo": se basa en la libertad para la innovación financiera con independencia de adónde pueda conducir, así como en la privatización y la desregulación, el crecimiento ilimitado, el mercado libre y supuestamente autorregulado y el libre comercio. Esto dio origen a la economía de casino, que ha fracasado y está totalmente desprestigiada, al menos en la cabeza de la gente.

La mayoría de las personas no piden más pruebas; ven a la perfección que el sistema no funciona para ellas, ni para sus familias, sus amigos o su país. Muchos reconocen también que es perjudicial para la inmensa mayoría de los habitantes de la tierra y para el propio planeta. El andamiaje ideológico y político que lo sostenía se ha venido abajo junto con la estructura financiera, lo que ha aplastado a millones de vidas obligando al establishment global a adoptar medidas sin precedentes que han supuesto un coste enorme para los ciudadanos, sin garantías de que esos planes ideados a toda prisa vayan a ser suficientes.

Ya es hora de actualizar la frase de Lenin -"los capitalistas nos venderán la soga con la que los colgaremos". Hoy es aún peor: los capitalistas se venden unos a otros la soga con la que se ahorcan y nos arrastran a los demás con ellos. Así es como provocaron la catástrofe actual, vendiéndose unos a otros sogas a las que ponían nombres extravagantes o acrónimos que al final resultaron ser productos financieros sumamente peligrosos. Los gobiernos se apresuraron a evitarles un final ignominioso antes de que llegaran a expirar. Pero que no cunda el pánico: quizás hayan metido la pata en su primer intento de suicidio, pero probarán de nuevo.

Tomado de:
http://www.tni.org/node/70230

¿La herencia del Plan Colombia?: Santos 'No permitiremos más masacres ambientales'

Por: Elespectador.com

El mandatario denunció que en los últimos 20 años se han talado más de 6 millones de hectáreas de bosques en el país.

Foto: Presidencia de la República

Juan Manuel Santos en el marco del lanzamiento de la política forestal de su Gobierno.

Más de seis millones de hectáreas de bosques, que representan el 10% de la cobertura boscosa de Colombia, fueron taladas durante los últimos 20 años en el país, dijo el presidente Juan Manuel Santos en el marco del lanzamiento de la política forestal de su Gobierno.

Por eso, el mandatario de los colombianos aseguró este jueves que su Gobierno no permitirá masacres ambientales en el país, como las que se han presentado en las últmas dos décadas.

“Ya lo he dicho, y hoy lo repito aquí con todas sus letras: No podemos seguir permitiendo esta masacre ambiental”, afirmó el Jefe de Estado durante el acto de presentación de la Política Forestal del Gobierno, en la Casa de Nariño.

De acuerdo con Santos, la Política Forestal ayudará a hacer realidad el compromiso de impulsar y potencializar la reforestación en el país. “El tema forestal tiene todo que ver con este tema, porque la reforestación puede ser nuestro gran protector frente a futuras olas invernales como la que acabamos de sufrir”, expresó el Mandatario.

Entre 2005 y 2010 se perdieron aproximadamente unas 240 mil hectáreas de bosques anuales. “¡Esto equivale a decir que cada año se tala un área casi cercana a la totalidad del departamento del Atlántico!”, indicó el Jefe de Estado. En ese sentido, hizo un llamado a los colombianos para “no seguir permitiendo que se acabe ese gran tesoro que tenemos, y que nos convierte en un país privilegiado”.

Reveló que el año pasado, sólo entre septiembre y diciembre –en la segunda temporada invernal– se presentaron cerca de 190 deslizamientos de tierra, un promedio de casi tres diarios en distintos lugares del país. “En estos deslizamientos, la deforestación tiene buena parte de la responsabilidad, pues sin árboles hay erosión, y esa erosión da lugar a tierras frágiles que terminan derrumbándose”, añadió Santos.

Finalmente, recordó que así como el Gobierno Nacional emprendió una cruzada contra la minería ilegal, también se ha incluido como un objetivo estratégico la lucha contra el tráfico ilegal de madera, que en Colombia es del 42 por ciento, según el Banco Mundial.

“Nuestra meta es asegurar que toda la madera que se extraiga, se comercialice y se utilice provenga exclusivamente de fuentes legales. Y esto lo vamos a lograr, precisamente, con esta Política Forestal”, concluyó el Presidente de la República.

Tomado de:
http://www.elespectador.com/especiales/medio-ambiente/articulo-323253-no-permitiremos-mas-masacres-ambientales-santos


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